sábado, 14 de agosto de 2010

Juicio Final


Juicio por el matrimonio gay en California


Este lunes empezó en San Francisco un juicio que acabe como acabe sentará jurisprudencia en Estados Unidos y quizá en el mundo. Dos parejas homosexuales de largo recorrido -dos hombres que llevan nueve años juntos y dos mujeres que llevan ocho y además tienen cuatro hijos en común- se querellan contra el estado de California y su gobernador, Arnold Schwarzenegger, afirmando que la prohibición estatal de casarse viola la Constitución de Estados Unidos.
Un 52 por ciento de los californianos votó en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo el 4 de noviembre de 2008. Los demandantes piden protección judicial frente a la democracia.
Lo que se avecina es un juicio estrella, que se iba a seguir en vivo por YouTube hasta que el Tribunal Supremo de Estados Unidos bloqueó la decisión del juez Vaughn R. Walker. El Alto Tribunal dio la razón a los detractores del matrimonio gay, que alegaban temer represalias e incluso “actos de violencia” contra los testigos de su lado que por primera vez subirán al estrado.
Los abogados de Gore y Bush
Otro atractivo del proceso será ver en acción a abogados estrella por las dos partes, pero sobre todo por la del movimiento gay: les defenderán al alimón David Boies, distinguido jurista demócrata que representó a Al Gore en la disputa por el posible fraude en las elecciones presidenciales del año 2000, y Theodore B. Olson, distinguido jurista conservador que en aquella misma disputa defendió a George W. Bush. Esta vez luchan en el mismo bando para sorpresa de muchos, pero no de Olson ni de un selecto grupo de conservadores que, sean cuales sean sus creencias personales sobre la homosexualidad, opinan que prohibir a los gay casarse supone una intolerable intromisión del estado en la libertad individual más básica.
Cuando hace unos años algunos ayuntamientos y condados de California empezaron a celebrar matrimonios gay, el gobernador Schwarzenegger los vetó. El movimiento gay recurrió este veto alegando que violaba la Constitución californiana. Y ganó. Las bodas gay se legalizaron en mayo de 2008, seis meses antes de las elecciones presidenciales. Durante estos seis meses se celebraron miles de enlaces. Hasta que el mismo día que Barack Obama era elegido presidente se aprobaba en California la Proposición 8 para enmendar la Constitución de este estado y volver a prohibir el matrimonio entre dos personas del mismo sexo.
Batalla sin cuartel
Desde entonces se ha desatado una batalla sin cuartel que es política –detractores y partidarios de la medida están tan igualados que si se repitiera hoy la votación podría pasar cualquier cosa- y judicial. El movimiento gay consiguió que los tribunales de California reconocieran la validez de las 18.000 bodas homosexuales celebradas durante el perIodo de legalidad.
Esta era una victoria agridulce, ya que restringía las posibilidades de atacar la prohibición por el lado del desamparo en que quedarían los cónyuges de un matrimonio que fue legal. De todos modos se rizaba el rizo de la paradoja: no sólo en Estados Unidos los gay pueden casarse en unos sitios sí y en otros no (ahora mismo es legal en Connecticut, Iowa, New Hampshire, Vermont y Massachussets), sino que dentro de un solo estado habrá homosexuales legalmente casados y otros a los que se les niega este derecho.
Hasta ahora todas estas paradojas han prosperado porque a nivel federal los Estados Unidos no reconocen el matrimonio homosexual e incluso lo prohíben, pero no interfieren si un estado por su cuenta lo legaliza. En este punto es donde se concentra el próximo ataque del movimiento gay. En el juicio iniciado este lunes en San Francisco reclaman que se sienten discriminados e indefensos y piden que los jueces y el Estado se “mojen” para ampararles frente a lo que consideran una discriminación flagrante, así tenga el apoyo de las urnas.

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